El squash se compara a menudo con una partida de ajedrez a 180 pulsaciones por minuto. En el corazón de esta batalla táctica se encuentra una intersección de líneas en el suelo: la "T". Para los jugadores profesionales, la "T" no es solo una referencia visual, es un punto de control desde el cual se dirige el juego. He aquí por qué esta zona es el secreto de toda victoria.
Estar a igual distancia de todos los peligros
El squash se juega en las cuatro esquinas de la pista. La "T" se sitúa precisamente en el centro de estas cuatro zonas de peligro.
Economía de energía: Al volver sistemáticamente a la "T" después de cada golpe, se asegura de estar a la distancia más corta posible de la siguiente bola, ya sea una dejada delante o una bola pegada al fondo.
Reducción del esfuerzo: Un jugador que controla el centro recorre muchos menos kilómetros que un jugador que sufre y se queda atrapado en las esquinas.
Poner una presión constante sobre el adversario
Controlar la "T" es también una cuestión de tiempo. Al estar en el medio, intercepta las trayectorias mucho antes.
La volea como arma: Desde la "T", puede cortar las trayectorias voleando la bola. Esto quita tiempo de reacción a su adversario, que aún no ha tenido tiempo de reubicarse.
El efecto de dominación: Físicamente, usted ocupa el espacio. El adversario debe literalmente "dar la vuelta" alrededor de usted para alcanzar la bola, lo que es agotador y frustrante.
Una mejor visión periférica
En el squash, el adversario está detrás de usted la mitad del tiempo.
La observación: Desde la "T", es mucho más fácil vigilar los movimientos del adversario a su espalda. Puede anticipar sus intenciones solo por el sonido de su golpe o el ángulo de su raqueta.
La elección del golpe: Al estar bien colocado, no tiene urgencia. Tiene el lujo de elegir entre una dejada suave o una longitud potente.
¿Cómo recuperar el control de la "T"?
Uno no se "queda" en la "T" por arte de magia, se gana el derecho a estar allí.
La longitud ante todo: Para desalojar a su adversario del centro, debe enviar la bola a morir al fondo de la pista (las famosas "paralelas").
El reemplazo activo: La regla de oro es simple: golpee, mire su bola y corra para volver a poner un pie en la "T" antes de que el adversario toque la bola.
Conclusión: el dueño del centro, dueño del partido
El squash no se gana solo con técnica y físico, ¡hay que pensar en la estrategia! La "T" es su objetivo principal. Si logra convertirla en su domicilio principal durante el partido, obligará a su adversario a realizar el doble de esfuerzo por cada punto ganado.
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